El próximo día 8 de diciembre D.M., a las
18h en la Concatedral Sta María, también recibirán el ministerio de lector tres
seminaristas de nuestro querido Seminario.
“Durante
mucho tiempo las canteras vocacionales de nuestra iglesia diocesana estuvieron
ubicadas en Sierra de Gata y la zona norte. Hoy las tornas vuelven al sur ya
que los seminaristas que van a ser instituidos como lectores proceden de
Cáceres y de Arroyo de la Luz” (Hoja Diocesana, diciembre 2016).
Los que van a ser instituidos en el
ministerio del Lectorado son D. Robert Muthini Mutisya, oriundo de
Kenia, tutelando su vocación la Parroquia de San José de Cáceres y en concreto
una familia que lo acogió como un miembro más; D. Carlos Piñero Medina,
natural de Cáceres, perteneciente a la Parroquia de San José de Cáceres y D.
Flores Hisado Becerra, natural de Arroyo de la Luz, custodiando su vocación
la comunidad cristiana de este pueblo.
Os adjuntamos dos testimonios para que
podáis conocerlos mejor:
“Un extremeño nacido en Kenia” por D.
Robert Muthini Mutisya.
"Pues sí soy natural de Kenia, un
país republicano y democrático que esta situado en el este de África, sus
vecinos al norte son etíopes; al sur, con Tanzania; al oeste, con Uganda y al
este, con Somalia y la costa. Toda mi infancia y adolescencia se desarrolló
allá en el país y por eso me gustaría compartir con todos algunas cosas y
costumbres en el ámbito de la fe, concretamente cómo se vive la
fe en Kenia desde la infancia, ya que hay un dicho de mi tierra en
inglés que dice “experience is the best teacher”, dicho en castellano, la mejor
profesora es la experiencia.
Hay varias cosas que llama la atención en
nuestras misas, por ejemplo, son largas. La respuesta es fácil; el domingo es
el día del Señor y no hay prisa, así que la misa dominical suele durar más de
dos horas. Es curiosa también la participación que hay en la
celebración, tanto física como interior, de todos. El secreto
está en que todos celebramos la misa y no el sacerdote sólo puesto que
en el bautismo hemos sido ungidos y hecho sacerdotes, reyes y profetas. Todo es
un proceso que comienza desde la niñez hasta la ansiedad.
Los tres pilares en la transmisión
de fe son la familia, la escuela y la iglesia. Gracias a
ellos la fe se mantiene firme y además mantenemos una relación de
cercanía todos desde nuestra infancia. La familia es la base de todo, en ella
el niño aprende las oraciones básicas de nuestra fe católica: padre nuestro,
ave maría, la oración de la bendición de la mesa… En la escuela, el niño ya no
pertenece a su familia sino a la gran familia de la escuela en la que los
profesores son nuestros padres. Allí el niño va creciendo y abriéndose a los
demás a través de sus compañeros y maestros. Comparte con los demás lo que sus
padres le enseñan y aprende, también, lo que sus compañeros le enseñan.
La parroquia es donde se centra todo. Hay
un proceso en la transmisión de la fe de manera que es como una cadena que no
tiene fin, no existe un punto final según nuestra costumbre. Por eso, la
iglesia está siempre llena de los fieles. Yo por ejemplo comencé con los cuatro
años en la catequesis, aunque sólo iba a jugar y a ver mis amigos. Pasé luego a
prepararme para la primera comunión y después de unos dos años, con
siete, recibí la primera comunión. El mismo año entré en el grupo de los
monaguillos. ¡Cuánto lo deseaba! Sirvió para acercarme al sacerdote, conocer
más de cerca su misión y descubrir mi vocación; a pesar de que en la universidad
quise cambiar y ser banquero, menos mal que, finalmente, Dios volvió a
tocarme el corazón y por eso, hoy, este “coriano de toda la vida” puede
compartir con vosotros esta experiencia de cómo se vive la fe en Kenia."
“Invitación a una acción de gracias” por D.
Flores Hisado Becerra.
"Estos días, desde que comenzó el
proceso para recibir el ministerio del lectorado, han sido una buena
oportunidad para acercarme a mi proceso vocacional desde una perspectiva
concreta desde la que, sinceramente, no lo había hecho antes.
En la oración de estos días surgía con
facilidad el recuerdo de las primeras veces que leía en las celebraciones
religiosas organizadas por las hermanas de la Caridad del Sagrado Corazón de
Jesús, en el Colegio de Nuestra Señora de los Dolores de mi pueblo, Arroyo de
la luz. Recuerdo con agradecimiento la confianza que depositaron en mí
para que dirigiese la oración de todo el colegio con motivo de la guerra del
Golfo, o cuando preparaba junto a una de las hermanas la oración del MEJ.
Pero sobre todo me venía mucho a la
memoria la noche buena de 1994. La recuerdo porque fue la primera vez que
proclamaba la palabra ante toda la comunidad parroquial, y lo hice fatal. Sin
embargo, sin yo saberlo, comenzaba un servicio que, por la misericordia de
Dios, hoy se prolonga en el tiempo y en el espacio. Pues ahora no llama sólo la
comunidad concreta sino la Iglesia.
Es inevitable que me acuerde de mis
párrocos – Don Ciriaco Fuentes y Don Juan Manuel García- así como de las
personas que el Señor puso en mi camino para ayudarme a participar
activamente en la parroquia, como las hermanas, las catequistas, mis compañeros
del coro parroquial. Recuerdo también mis años en el camino neocatecumenal y la
comunidad de Viña de la Cruz, en Navas del Madroño, donde el Señor puso
personas que me ayudaran a profundizar e interiorizar su Palabra.
Por todos ellos y por el don de este
ministerio al que me llama la Iglesia me brota una sentida acción de gracias a
la que espero que también vosotros os unáis."
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